Nicaragua tiene un espacio único y original en la colonial Granada. De la iglesia La Merced media cuadra al lago tiene a disposición un cafetín, un restaurante y una factoría de hamacas, en un solo lugar.

El Café de las Sonrisas (de tío Antonio) es un lugar mágico, en cada rincón hay una historia plasmada en la pared y su servicio es excelente; la particularidad de este negocio es que sus trabajadores son sordos.

Se preguntará cómo puede funcionar un lugar así… durante más de cinco años se han ideado formas de comunicación alternativa y ninguno de los más de 15,000 turistas que lo visitan al año ha tenido problema para interactuar.

El café funciona de una manera muy divertida, ¿cómo decirle a un sordo que es lo que quieres y que no?; se ideó un menú con símbolos que permiten identificar con una equis (X) lo que no deseas añadir y con un check () lo que sí.

En las mesas también hay señalizaciones, igual que en las paredes y de esta manera se van indicando fácil y entretenidamente tus gustos.

Tienen una bicicleta que hace jugos, la única en nuestro país donde los visitantes pueden elegir con que combinar las frutas para luego degustarlas.

Además, de la gran variedad de hamacas existen dos muy interesantes, una es gigante donde caben más de 100 personas y la otra es interminable cada turista que llega va enhebrando con sus manos la hamaca que rodea casi toda la casa y que aún no se le ve fin.

 

Casi 76 nacionalidades han visitado este sitio, un proyecto integral que intenta hacer cosas diferentes en donde cada trabajador tiene una sonrisa que no se la quita nadie y que los identifica como parte de lo que ahí se vive.

Nicaragua le permite hacer cosas diferentes y el turismo se reinventa cada día de forma única y original.

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