Azul, la obra primigenia de nuestro eximio poeta, Rubén Darío, es un libro de cuentos y poemas, que vio la luz en Valparaíso, Chile, el 30 de julio de 1888, con un prólogo del amigo del bardo, el intelectual chileno Eduardo de la Barra, quien junto con otro coterráneo, Eduardo Poirier, consiguieron su publicación.

En la obra La Historia de mis Libros, Darío explica por qué su primer libro lo tituló Azul. Para él, el color azul es “el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, color oceánico y firmamental”.

Azul, obra primigenia del portentoso Rubén Darío-

La primera edición, en Chile, tuvo muy poca repercusión, pero cuando el destacado intelectual ibérico, Juan Valera, publicó dos cartas en el periódico “El Imparcial”, en Madrid, y que luego se difundió en otros países de habla hispana, elogiando a la obra de arte, logró el éxito de la misma.

Así que en su segunda edición ampliada, con otros textos, igual fue todo un acontecimiento literario. Esta edición se imprimió en Guatemala en octubre de 1890, cuando el poeta cifraba, apenas, 22 años. En esta edición Rubén incluye las dos cartas del escritor español.

Juan Valera, destaca en sus dos cartas sobre Azul, que es “…una rara quinta esencia”. Son parte de Azul, los cuentos: El Rey Burgués, La Ninfa y El Fardo, y poemas como Caupolicán, escrito con alejandrinos, una novedad para la métrica española. Otros poemas son Autumnal, Pensamiento de Otoño y Anagke.

En la sección de poemas, muchos están dedicados a grandes intelectuales de los que Darío era admirador, como el gigante yankee Walt Whitman, los galos Catulles Mendes y Leconte de Lisle, el cubano José Joaquín Palma, el mexicano Salvador Díaz Mirón y el italofrancés Alejandro Parodi.

“Azul fue un grito revolucionario con el que Rubén Darío inauguró el Modernismo. Obra que contiene la flor de la juventud, que exterioriza la interna poesía de las primeras ilusiones y está impregnada de amor”.