¿Usted se desvive por la naturaleza? Si su respuesta es afirmativa no se vaya de este espacio porque las siguientes líneas fueron escritas pensando en su deseo: contacto con la naturaleza.
¿Cómo llegar?
En Condega, de la entrada El Hato dos kilómetros al norte está la finca Huerto Getsemaní, una extensión de 120 manzanas en las que va a encontrar naranja, mandarina, limones, aguacate, yuca, malanga, quequisque, papa, cebolla, chiltoma, tomate, plátano, banano… y si anda en busca de jardines solo le diré que hay 80 variedades de rosas.

Si de la entrada de El Hato decide caminar elige lo mejor, se ejercitará, diversidad de pájaros le alegrarán la travesía, mucha sombra y el clima fresco le seguirán.

Uriel Guillen González y Juana Valdivia Hurtado lo harán sentir en un paraíso terrenal por el trato, el ambiente familiar y la belleza natural que han construido desde hace 10 años.

“A lo mejor no solo a mí me gusta la naturaleza, no hay bulla más que el canto de pájaros, ni vecinos hay”, expresa con tanta espontaneidad doña Juana, quien invita a los nacionales y extranjeros visitar su finca.

Los aromas, colores y variedad de flores captan la atención de quienes deciden pasar un momento de desconexión “real”. El secreto de doña Juana ha sido regarlas todo el año, aplicar abono orgánico -que producen los mismos árboles o excrementos de animales-… “También les hablo y les pongo música porque ellas son vivas, igual a nosotros”.

Con mucha picardía confiesa que no sabe ni los nombres científicos ni comunes de sus platas, dice que muchas las lleva “del monte” y otras las compra.

No las vende porque quiere que su finca atraiga siempre.

La finca, herencia familiar, está dispuesta a las universidades que quieran estudiar la flora existente.

Tienen que visitarlo porque es un mundo desconocido, manifiesto don Uriel, “porque poca gente se dedica a esto”. Los planes son construir cabañas, sembrar cacao y café para embellecer aún más, y reforestar.

La primera recomendación que le dan en la finca es “no tire basura”.