Católicos de todo el país visitaron El Viejo, Chinandega, para pagar sus promesas y celebrar a la patrona de Nicaragua, la Virgen de la Inmaculada Concepción o Virgen del Trono.

Son 459 años desde que la imagen de la Virgen del Trono llegó a Nicaragua, a través del puerto de El Realejo, desde entonces los habitantes que profesan la fe católica veneran la imagen y la celebran todos los años con diversas actividades.

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Este año, como es costumbre, esta emblemática fiesta inició con la novena el día 28 de noviembre, pero familias de todas partes empezaron a visitar la Basílica Menor de la Inmaculada Concepción de María desde el día 5 de diciembre, día en que se realiza la “vigilia mariana” con cantos, himnos y oraciones.

Lavada de la Plata

Han pasado 350 años desde que se inició el 6 de diciembre en la basílica de El Viejo la “lavada de plata”, una muestra de gratitud y de plegarias a la Virgen del Trono, para pedir y agradecer por los favores dados, esta consiste en lavar y limpiar con algodón los tesoros que posee la Virgen.

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En las primeras horas del día, familias acudieron para la “lavada de la plata” y para ser partícipes de la santa misa. El ambiente sacro predominó, niños, adultos y personas de la tercera edad llegan a orar y rendirle homenaje a la patrona de Nicaragua.

Las celebraciones de la Virgen del Trono concluyen el 8 de diciembre con una procesión por las principales calles de El Viejo, pero son los días 5 y 6 de diciembre cuando las familias y visitantes van a venerar a la madre de Dios.

Fe, amor y esperanza

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La imagen de la Virgen del Trono reposa en su casa, en la ciudad de El Viejo, Chinandega, en la Basílica Menor y Santuario Nacional, acompañada entre flores de todos los colores, velas, medallas y el pabellón nacional, recibe diariamente centenares de feligreses católicos de todas partes del país y de naciones hermanas, quienes con mucho respeto le rezan, pidiéndole la intercesión ante Dios por favores o para agradecer por las ya recibidas combinando oraciones, cantos, himnos, pólvora, incienso y ofrendas.

Para Juan Gallo, habitante de El Viejo, es un orgullo y honor tener a la Virgen del Trono durante todo el año, “ella nos protege, nos acompaña en todo momento, es nuestra madre”, expresa mientras recibe a las personas que llegan a la capilla de la Basílica Menor.

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Doña Evidelia Dima, portando su camisa blanca con la imagen de la Virgen y un rosario en su cuello, dice, con una sonrisa en su rostro, que llega todos los años a El Viejo a visitar a la Virgen, una costumbre que inició desde 1960.

Otros llegan para recordar a sus deudos, como doña María Ester Toval, quien luego de rezarle a la Virgen quedó contemplándola a los pies del altar, y comenta que la devoción de la Virgen del Trono se la enseñaron sus padres desde muy chiquita. “Ellos fallecieron y yo me quedé con el amor a nuestra santísima madre. Yo vengo aquí a agradecer por todo y por el ánima de ellos”.